lunes, 18 de octubre de 2010

CAMINO A CASA


CAMINO A CASA


Se lleva la tarde las últimas luces
y el retorno de mis pasos,
no hace eco en la multitud.
De vuelta a mi descanso,
contare las horas hasta el alba,
dejando atrás la belleza
del tiempo perdido,
entre torres de papel que justifican
las monedas en mis bolsillos.
Nada resta mi suerte,
todavía puedo apreciar
la libertad de mis decisiones.

En el trajín, vocean los diarios
el crimen de cada día,
mientras los trenes , abigarrados ,
llevan a destino al lobo y a la oveja
sentados en los extremos de la vida.
Es la hora de la fiebre.
Mi temor es un reflejo
en los ojos de los extraños.
Comunión callada
apretando las carteras bajo el saco.
Nada resta mi suerte
un llanto sofocado, es mejor que la indolencia.

La noche toca, con sus manos de lana,
las ventanas de las casas.
Un cobijo de amores profanos
a la vuelta de las esquinas
vende sexo y paraíso a bajo precio.
Desnudo mis dientes, en el rechazo amable
y continúo atado a la galera,
remando mis zapatos de hombre fiel.
Quien sino las prostitutas conocen de ardides
a la sombra de su pobreza.
Nada resta mi suerte
cada naufragio, me dejó tesoros.

Al subir las escaleras,
todos los rellanos tienen el olor del hogar,
esa mezcla esponjosa de ternura y reclamos
que invade los orificios del cuerpo.
Es el vapor del caldo de mis huesos,
enfrentando la caricia.
Son los abrazos contados y medidos
detrás de las puertas vecinas.
Cuando los pies de quien me aguarda
le narran a los míos las desdichas cotidianas,
mis ojos sonríen ante la inocencia.
Nada resta mi suerte. Es el instante del amor.

1 comentario:

Carmen Galleguillos dijo...

Hermoso tu blog Claudia, de mas esta decirte que escribes como las diosas aladas. Saludos desde Chile.
aimara.